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              Mi maestro Don Francisco 
                Ruiz |   
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                  |  | Manuel Rodríguez |  |   
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          | Yo viví mi escuela primaria 
              allá por los años sesenta. Ni la escuela de entonces ni el pueblo 
              se parecían a los de ahora. El Estado no tenía precisamente entre 
              sus prioridades favorecer los intereses de la escuela pública y 
              los recursos de las familias alhameñas eran escasos.  No existía un grupo escolar, sino que las aulas estaban diseminadas 
              a lo largo del pueblo. Además, unas eran de niños y otras de niñas 
              exclusivamente.  Los profesores impartían clases a los niños y las profesoras a 
              las niñas. Entre maestros y maestras sumaban 9 profesores. Hoy, 
              aproximadamente, con los mismos habitantes en Alhama, hay más del 
              doble de profesorado.  El sistema educativo permitía que un alumno permaneciera escolarizado 
              hasta los 12 años, actualmente es hasta los 16. A partir de los 
              10 años se podía optar por seguir en la escuela hasta los 12 años, 
              o bien, si se superaba la prueba de ingreso, por hacer el bachillerato. 
              Este constaba de dos tramos; el elemental hasta 4o con su correspondiente 
              reválida y el superior, 5o y 6o , también con su reválida. Para 
              preparar la entrada en la Universidad existía un curso más. En aquella época solamente había dos institutos públicos en Almería 
              capital; uno masculino y otro femenino.  |   
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                | Recuerdo aún mi primer día de clase en educación 
                  primaria, después de los dos años preceptivos en párvulos con 
                  doña Socorro, única escuela mixta de la localidad. En aquel 
                  día de septiembre de 1960 yo lloraba, no quería ir a mi nueva 
                  escuela, a la sazón masificada y con niños con edades comprendidas 
                  entre los 6 y 12 años en una misma aula. Pero mi madre insistía 
                  y cogiendo mis últimas muestras, hechas en párvulos, se encaminó 
                  hacia la escuela para ver al maestro. Al aula se ascendía por 
                  unas empinadas escaleras terminadas en una estrecha puerta que 
                  se mantenía cerrada | 
                    
                       
                        | En el centro del 
                          aula, frente a un gran balcón que miraba a la 
                          actual calle Azumar, la mesa de D. Francisco. |  |  |   
          | gracias a un mecanismo que chirriaba cada vez que esta era empujada. 
              La clase tenía estructura de tubo, y entrando, a la izquierda había 
              unos armarios con material escolar y la leche en polvo. Seguíamos 
              avanzando por una especie de pasillo formado por la pared, con su 
              correspondiente pizarra, y los pupitres, con dos alumnos cada uno, 
              a la derecha. En el centro del aula, frente a un gran balcón que 
              miraba a la actual calle Azumar, la mesa de D. Francisco. Ya al 
              entrar me iba tranquilizando, pues ese día en mi misma situación 
              se encontraban dos conocidos; Manolo "el rasera" y Juan "el polilla". 
              Después del preceptivo saludo al profesor, fui incluido en la lista 
              de la clase y mi madre le mostró a D. Francisco mis trabajos, aquellas 
              muestras no seguían el margen correcto y las últimas frases no se 
              podían terminar. Mi madre hizo partícipe de su preocupación al maestro, 
              pero este la tranquilizó con una frase hecha, y yo comencé mi andadura 
              como alumno de primaria en una escuela que marcaría, para bien, 
              mi futuro.  En el largo recorrido de un estudiante son muchos los profesores 
              que pasan, pero en mi caso, yo siempre he llamado "mi maestro" a 
              D. Francisco. Él hizo que en mí fuera naciendo la vocación por la 
              pedagogía. En su escuela estuve hasta los nueve años, ya que por 
              entonces se dividieron los alumnos en función del grado en que estuvieran, 
              primer grado con D. Francisco, 2º con D. Antonio y tercer grado 
              con D. Gaspar, escuela a la que por entonces accedí. Pero no acabó 
              ahí mi relación con D. Francisco, ya que él me preparó para el estudio 
              del bachillerato. |   
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          | Alhama, si por algo se ha caracterizado es por su amor a la cultura. 
              Ese afán ha llevado siempre a las gentes de este pueblo a buscar 
              caminos que le hicieran crecer intelectualmente, esa es, a mi parecer, 
              la auténtica riqueza de este pueblo; sus gentes. Siempre ante la 
              adversidad, este colectivo ha sabido crecerse. En aquellos años, 
              con una economía de subsistencia, las familias alhameñas no podían 
              costear que sus hijos fueran a estudiar a la capital. Y en este 
              contexto es donde la figura de D. Francisco tiene una importancia 
              fundamental para el futuro de muchos jóvenes de Alhama. Él ofrece 
              la posibilidad de estudiar el bachillerato en la modalidad de libre. 
              Esta modalidad requería examinarse en el instituto de Almería de 
              las asignaturas del curso correspondiente en el mes de junio. También 
              existía la convocatoria de septiembre. En dos o tres días se jugaba 
              uno el fruto del estudio de todo un año. Preparar a estos chicos para estos exámenes exigía al profesor 
              una gran dedicación y una sólida cultura y formación pedagógica, 
              cualidad en la que D. Francisco era un adelantado de su época. Su 
              estilo se caracterizaba por un enfoque en positivo de la enseñanza, 
              buscando siempre potenciar al máximo las cualidades de sus alumnos. 
              Él preparaba a gentes que otros iban a examinar, lo que implicaba 
              una fuerte preparación en el desarrollo de la creatividad. El trato 
              era cercano y cordial, los alumnos le respetaban porque tenía gran 
              autoridad sobre los contenidos que impartía y los valores que defendía. 
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                        | D. Francisco ofrece 
                          la posibilidad de estudiar el bachillerato en la modalidad 
                          de libre. |  | A finales de los años sesenta en Alhama se crea un Colegio 
                    dependiente del Instituto de Almería, cuyo profesorado estaba 
                    compuesto por licenciados y maestros de la localidad. Es una 
                    enseñanza a medio camino entre la libre y la oficial. En este 
                    Colegio impartió clases de Literatura. Don Francisco nace en Almería, pero sus padres eran de Murcia. 
                    Estos hacen gran amistad con el maestro de Alicún Don Francisco 
                    Alarcón, hasta tal punto que al tener que regresar a Murcia 
                    dejan al  |  |   
          | cuidado de este y su esposa a su hijo Francisco, pasando su infancia 
              entre Alicún y Terque. Años después se casa en Terque con Doña Encarna 
              Orta, con quién tiene tres hijos: Francisco Juan Carlos y Loli.Todos 
              ellos han seguido la vocación de su padre y son maestros. El mayor, 
              Paco, actualmente ocupa un alto cargo en el gobierno de la Junta 
              de Andalucía.  El primer destino, como maestro, de Don Francisco fue Luco de 
              Bordón en la Sierra del Maestrazgo en Teruel. Lugar al que tuvieron 
              que llegar en un carro de mulos. Posteriormente estuvo en Montiel, 
              provincia de Ciudad Real. En el año 1954 vino a Alhama y en 1970 fue destinado a la Cañada 
              donde permaneció hasta su jubilación.  |   
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