EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 7 | LITERATURA |
La primera novela y el siglo que viene
Miguel
Ángel Blanco
PERIODISTA
Jefe de la Sección de Cultura, Ecología y
Medioambiente del IDEAL de Almería.
Ha dirigido la Delegación de Almería
durante diecisiete años, desde 1973 hasta 1990
Naveros, Miguel. "La ciudad del sol". Diseño Enric Satué. Ilustración de cubierta: Luis Pita. Alfaguara. Grupo Santillana de Ediciones, S.A. 616 páginas. Madrid, 1999 |
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Hay
multitud de respuestas en el mundo literario al interrogante de cómo
se puede narrar el tiempo. Y una de esas fórmulas, si es que existen
modelos establecidos al respecto, es seguir el paso del tiempo desde las diversas
visiones que ofrece el desdoblamiento de los personajes emanados del autor.
El tiempo es un río que envuelve la dimensión de un tiempo cercado
por el siglo. De lo que aconteció en el interior almeriense durante el
siglo es de lo que trata "La ciudad del sol". Variedad de puntos de
vista. Situación de la historia que se rinde ante el poder de la ficción.
El resultado es una gran novela con todas las vueltas que da el paso lento,
la sequedad de los ríos ausentes del paisaje de Almería pero determinantes
de la personalidad del paisaje.
No
importa, de hecho es una anécdota, que el autor tome partido por quienes
consideran que el siglo veinte concluye con el presente año 1999, una
aseveración que se rechaza de plano desde otro sentido de contar el tiempo,
que sitúa el comienzo del siglo veintiuno en el año 2001 y no
en el 2000, como el márketing y la oportunidad comercial pretende hacer
creer. El año cero no existe. Pero polemicas iniciales en otro tiempo
de lo literario y del del periodismo aparte, esta es la historia de un mundo
local, pequeño, universalizado, emocional en muchos momentos, profundo,
vivo, fascinante, con una gran carga de realismo e imaginación. Y por
consiguiente, en un proceso narrativo que n es fácil de mantener, teniendo
en cuenta que la novela supera las seiscientas páginas. La comercialidad
de este tiempo se encarga de sostener ante la opinión pública
que todo tiene que ser breve para alcanzar la configuración del retrato
que interesa. La primera novela de Miguel Naveros, por consiguiente rompe los
esquemas, se mueve contra corriente y deja desde su horizonte la satisfacción
de quien mira con reto a la literatura establecida del momento.
Un
tiempo similar al "Novecento" (extraordinaria historia fílmica
de Bertolucci) está presente en toda la estructura del libro, donde el
autor aporta distintas estructuras narrativas que pueden conducir, individualmente,
una narración. El novelista las sitúa todas en procesos paralelos
que se fusionan. Desde la simbología de un lenguaje del mestizaje de
las ideas, "La ciudad del sol" mantiene la armonía, los diversos
niveles del interés y las claves de una respuesta de reflexión
sobre el futuro. Empieza la historia en el último año del siglo
diecinueve, aunque Naveros lo haga siglo veinte, <
Lo
peor que puede ocurrirle a la novela de Miguel Naveros es que en el ámbito
de la lectura almeriense se predomine el sentido anecdótico de las referencias.
Es el principal riesgo e interrogante que acompaña la propuesta atrevida
del texto. Sin embargo, si las intenciones del lector se introducen en la dimensión
de la vida que encierra el texto difícilmente podrá escapar del
poder de algunas de las seducciones que existen en su interior, aparte de la
globalidad general del argumento.
Memoria de periodista
Si
es acertada o no la contemplación del siglo veinte, como apunte de entrada
para el futuro que se avecina, hay criterios emocionales que permanecen y que
justifican el sentido humanístico de la novela: la melancolía
y el desencanto, arropado todo ello pro el interior de un autor que está
marcado por su estrecha relación con el lenguaje poético y el
periodismo. La novela es la narración de un novelista, sin embargo, y
su estructura responde a múltiples memorias, al retrato de unos personajes
con los que es posible entrar como una saga, una novela-río, que deja
pasar el tiempo como un torrente, arrasa transforma el paisaje y mantiene con
firmeza la fuerza de la memoria y el eco que deja como un poso, a veces amargo,
a veces consciente, de lo efímero de todo, incluso de la ilusión
de las ideologías, cuando amanece, antes o después, qué
más da, lo que es dado en llamar "siglo veintiuno".
Los
retrasos envuelven el mundo de la periferia, reconocido y forjado en Almería
sin nombre. Hay personajes del ámbito liberal progresista, socialista,
comunista, fascistas, vecino de barrios, de todo el espectro social, populismo
en ocasiones, personalidad forjada en la libertad de quien pretende decidir
por sí mismo, firmeza de mujeres solas ante un mundo en contra que evoluciona
y está llamado a cambiar, identidad de periodista, confesiones personales
del recuerdo que formaliza el presente, seguramente uno de de los procesos narrativos
de mayor coherencia y consistencia de la novela, una amplia y renovada entrevista
para que la memoria del periodista cuente y comente las cosas del tiempo vivido
y la hegemonía de lo cotidiano frente a la historia.
La
novela tiene un arranque directo, sin concesiones, entra a fondo en el lenguaje
que se modifica con el tiempo. Es la parte estrictamente más convincente
de la novela por el retrato social que hace de la calle. Posiblemente se encuentre
cierta desviación cuando el tiempo histórico adquiere más
notoriedad y pierde fuerza la ficción. En realidad, la novela termina
por regresar a sus tiempos iniciales. Deja en el aire una sensación de
personajes derrotados hacia el exterior, pero firmes en sus convicciones, con
sus grandezas y debilidades que los convierte en seres profundamente humanos.
Está aquí la mejor fortuna de la novela, que resurge de forma
extraordinaria y sentimental en el epílogo. Constancia de que la novela
continúa, aunque se acabe el libro.