EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 26 | LA IGLESIA DE ALHAMA |
Por qué decidí arreglar la iglesia de mi puebloJosé Antonio Picón García, Hijo Predilecto de Alhama
Cuando Mari Carmen Amate, me pidió escribiera en la revista, sobre cómo me surgió la idea de liderar el mecenazgo que me ha llevado al arreglo de la Iglesia de nuestro pueblo, no pude negarme, pues quien me lo pedía, tiene todo mi reconocimiento y respeto por todo el bien que está desarrollando culturalmente para todos los paisanos y vecinos. Sin su esfuerzo y dedicación, jamás hubiéramos sabido de nuestro pueblo toda su historia, ni hubiéramos profundizado, como ahora estamos haciendo, en el conocimiento de la vida y obra de nuestro ilustre D. Nicolás Salmerón. Espero que algún día y no muy lejano, Alhama, sepa agradecer todo lo que Mari Carmen está haciendo, no solamente por nosotros, sino también por los hijos que en el futuro nacerán. Para mí, como le sucede a todos los alhameños, mi pueblo, el haber nacido y haberme criado en él, el desarrollar gran parte de mi actividad empresarial en el mismo, es una de las mejores cosas que me han ocurrido en la vida. Si me marché a vivir a Almería, fue por dos razones poderosas: La primera, el banco de Andalucía, en el que sabéis, trabajaba, se empeñó en que tenía que trasladarme a El Ejido a dirigir la oficina que allí tienen, y la segunda, la educación de mis hijas me lo imponía. ( en el año 1975, no teníamos Instituto). Jamás he renunciado ni perdido mis raíces con nuestro pueblo. Mi domicilio fiscal, mi voto, y el pago de todos mis impuestos, los sigo haciendo aquí. Y raro es el día que si no es por una causa o por otra, no visite el mismo. Mi cariño hacia todos los alhameños, está fuera de duda. Siempre he entendido que mis paisanos, se portaron y lo siguen haciendo con mi persona de una manera exquisita, pues en todo momento, me ayudaron a alcanzar todas las metas que he conseguido. Por lo expuesto y por otras razones, me he considerado en deuda con ellos. Estaba obligado a hacer algo por Alhama que, además de bien hecho, perdurara en el tiempo. Conocedoras de mis deseos, mi esposa e hijas, hicimos un repaso de las necesidades que teníamos los alhameños y que si se resolvían, sería disfrutada por la inmensa mayoría. Llegamos a la conclusión, que el arreglar la Iglesia de S. Nicolás y dotarla de comodidades sería una buena obra. En ella, a todos nos bautizaron, hicimos nuestra primera Comunión, nos hemos casado y si Dios quiere nos dirán nuestra última misa. Como todos sabemos, estaba deterioradísima, y más parecía una barrilería que una Iglesia. Con el ánimo que siempre me dio mi familia, me puse mano a la obra.
Lo primero que hice, fue ponerme en contacto con el anterior alcalde, D. Juan Martínez Rodríguez, y exponerle mis deseos. Quería saber si podía contar con alguna ayuda del Ayuntamiento, y como no podía ser de otra manera prometió, toda clase de facilidades. Por aquellas fechas, el Obispado, cambió de sacerdote en nuestra parroquia, viniendo a dirigir la misma, D. Ángel Beltrán Velasco, con el cual, como es obligado, conté y obtuve permiso para poner en marcha mi Ilusión. Obtenido el beneplácito de las autoridades civiles y eclesiásticas, traté de ilusionar al que ha sido el artífice y director de la obra, el prestigioso arquitecto especialista en restauraciones, D. Ramón De Torres, el cual, acogió mi idea con satisfacción y rápidamente se puso a trabajar en las mediciones y elaboración del proyecto. Terminado el mismo y analizado por el párroco y consejo pastoral parroquial, se le dio el visto bueno y procedí inmediatamente a convocar una reunión en la Sacristía, presidida por el sacerdote D. Ángel Beltrán Velasco, a la que asistieron: Por parte del consejo pastoral parroquial, D. Diego Artés Cadenas, D. José Muñoz Artés, y D. Juan Martínez Rodríguez. El arquitecto D. Ramón de Torres, como director de la obra. El actual alcalde presidente, D. Francisco Guil Cortés, en representación del Ayuntamiento. Profesionales que entendía podían ejecutar las obras, todos hijos de Alhama o vecinos: D. Cristóbal Rodríguez Abad, para hacer la instalación eléctrica y de megafonía; D. Gabriel Martínez Rubio y D. Francisco Amate Martínez realizarían la carpintería y artesonado; D. Antonio Martínez Lajara, la climatización; D. Cristóbal Mercader Martínez ejecutaría la obra civil; D. José López Pérez debía suministrar materiales y transporte de escombros; D. Juan González sería encargado de las vidrieras y la parte superior del retablo; D. Gabriel Amate Martínez, fabricaría los bancos; D. Juan Flores cortaría y prepararía los mármoles y piso; D. Nicolás Iborra Rodríguez y José Ordoño Lizana, encargados de construir e instalar las lámparas y en último lugar, D. Juan Manuel Martínez Tortosa daría el toque final con la pintura. A todos los asistentes, conseguí trasmitirles mi energía y no tuve que esforzarme para ilusionarles, pues como buenos alhameños, acogieron la idea con la misma ilusión que yo tenía. El alcalde, D. Francisco José Guil Cortés, no solamente, me animó a continuar, sino que ofreció la aportación del ayuntamiento para sufragar el coste del arreglo de la fachada, la cual no estaba incluida en el proyecto inicial, y además condonaría el importe de la licencia de obras, pues entendía, que como la Iglesia es un monumento público, el Ayuntamiento tendría que colaborar. De esta reunión, salieron todos los profesionales, con los planos de la parte de obra que les correspondería ejecutar y con el ruego que en un plazo no superior a diez días, fueran entregados los presupuestos. Una vez recibidos y aprobados, lo que urgía era empezar a trabajar. Por compromisos adquiridos con anterioridad, la persona asignada inicialmente para hacer la obra civil, no pudo empezar con la celeridad deseada y tuve que buscar a la empresa "Colinas de Mijar", que aunque no era de Alhama, contaba con los medios y la experiencia necesaria para su ejecución. Bajo la dirección del arquitecto D. Ramón de Torres y la aparejadora Dña. María Dolores Martínez Utrera (Loli) comenzaron, las tan repetidas obras, el día 14 de enero de 2008.
Estando la obra, ya empezada, el párroco, D. Ángel Beltrán Velasco, D. Juan Martínez Rodríguez y yo, visitamos al Sr. Obispo D. Adolfo González Montes, al cual presentamos oficialmente el proyecto, solicitando al tiempo, la ayuda que pudiera aportar. Nos acogió con gran cariño, nos animó a continuar con la labor iniciada y nos prometió ayuda económica. Aunque yo estaba decidido a asumir todo el coste del arreglo de la obra, pensamos todos los componentes de la comisión de seguimiento, que se nombró, que, puesto que la Iglesia, es un bien del pueblo y para el pueblo, se tenía que informar al mismo, para dar opción a participar económicamente a las personas que quisieran. Enviamos cartas personificadas a todos los hijos que vivían en el pueblo y a los que estaban fuera, comunicándoles en la misma, el importe aproximado que había que preparar, el número de las cuentas que la parroquia tenía abiertas en todas las oficinas bancarias de la localidad y el ruego de que aportaran lo que buenamente pudieran. Los que quisieron, lo han hecho, los que no, jamás podrán decir, que no se enteraron. Cuando se inicia un proyecto, con la ilusión que yo cogí el arreglo de la Iglesia, lo que menos importa, es el coste del mismo. Lo que de verdad, me hace feliz, es su seguimiento, el vivirlo día a día, el dejar a los profesionales que desarrollen sus conocimientos sin imposiciones ni caprichos, el animarles a que se cumplan los plazos previstos, el resolver los problemas que surgen y en definitiva conseguir llegar al final de la meta marcada, que no es otra que dejar a nuestros hijos una Iglesia digna y que la misma pueda ser inaugurada antes de los días 6 y 8 de Diciembre del corriente 2008, festividad de nuestros Santos patronos S. Nicolás de Bari y la Purísima Concepción. Si lo conseguimos, el esfuerzo de todos, habrá merecido la pena. Un abrazo a mi pueblo. |