EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 26 | LA IGLESIA DE ALHAMA |
Somos piedras vivas en la Iglesia del Señor... Ángel Beltrán Velasco Los cristianos de todas las épocas, razas y lugares, hemos sido conscientes que el templo verdadero donde reside la fuerza de Dios y de su Espíritu, es en la misma persona: "¿No sabéis que sois templo vivos de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque santo es el templo de Dios, el cual sois vosotros."(1Co.3,16-17). Porello, somos constituidos desde el Bautismo en templos vivos de Cristo nuestro Señor, y con la fuerza de su Espíritu debemos ser Testigos de El, en todo momento y circunstancia. Es cierto que el cristiano diferencia el tabernáculo donde reside Dios, y el templo como lugar donde celebra y vive su Fe en comunidad. Por medio de los sacramentos hacemos presente al mismo Cristo, que nos fortalece y alienta en el caminar de nuestras vidas. Pero no solo hemos recibido un legado de Fe, sino también un patrimonio cultural a través de la historias, y nos enorgullecemos de saber que desde nuestras costas almerienses se anuncio el Evangelio desde el Siglo I, por nuestros insignes Varones Apostólicos, como San Indalecio. Los siete Varones Apostólicos, enviados por los propios Apóstoles para evangelizar estas tierras, tres de ellos se quedaron en localidades almerienses de Berja, Urci y Abla, otros dos en localidades granadinas Guadix y Elvira, otro en Carcesa (Mérida), y otro cerca de Andujar (Jaén). Desde entonces tenemos un patrimonio cultural, como las distintas piezas arqueológicas que se conservan desde los inicios de la presencia cristiana en Almería. En la región urcitana (Urci-Almería) del río Andarax muy cerca del pago romano de Quiciliana entre Gádor y Pechina en el que se encontraron dos estatuas del Buen Pastor S. IV que se encuentran en el Museo Arqueológico Provincial de Almería, y un ladrillo con sello paleocristiano. Estos hallazgos son indicios de unas comunidades cristianas almerienses muy antigua al lado de los pagos romanos de Quiciliana y de Paulenca. (Cfr. ¿Estuvo San Pablo en Almería? por Purificación García Martínez-investigadora) No debemos descuidar una Fe anunciada y vivida desde hace 2000 años, ni menospreciar nuestro patrimonio desde los inicios de la era cristiana, La Fe vivida y expresada, se ha plasmado en el arte y todas las áreas de nuestra cultura, las personas religiosas han querido expresar en el arte sagrado, como una manera de materializar el alma. Cada forma, cada color o cada espacio tienen un significado religioso, una expresión de piedad, una catequesis popular que nos lleva a una íntima unión con Jesucristo y su Iglesia, y nos conduce a una gran oración de alabanza al Padre Dios. Recogiendo las palabras de nuestro Obispo D. Adolfo en la inauguración de Luminaria Dos milenios de Cristianismo en Almería decía: "El arte sagrado tiene, en primer lugar, una finalidad doxológica, es decir, de acuerdo con la etimología griega de la palabra y con su contenido litúrgico, tiene como finalidad la alabanza y glorificación de Dios. El arte sacro exalta la majestad y la gloria de Dios, inseparables por ser la gloria y majestad que a Dios convienen de su amor y misericordia, pues el mundo creado y redimido por Dios es fruto de la caridad divina. Al glorificar a Dios el arte sacro alaba y exalta el amor y la misericordia divina, que son la sustancia de la vida del hombre." Dentro de la tarea de conducir las cosas creadas a Dios (y por ellas llegar a Dios) y de santificar todo lo bueno y bello del mundo se encuadra «la noble misión del artista, que ayuda a los más insensibles a ver y a gustar la belleza natural de las cosas más humildes y, a través de ella, la belleza de Dios, y pisando la tierra les hace levantar la frente y los ojos hacia el cielo, hacia Dios» (Pío XII, Discurso a los artistas, 19 mayo 1948). El Concilio Vaticano II nos recuerda que «entre las actividades más nobles del ingenio humano se cuentan con razón las bellas artes, principalmente el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro» (Const. Sacrosanctum Concilium, 122). Ese es el espíritu que nos ha motivado a la comisión parroquial para rehabilitar nuestro templo, con gran dignidad, sencillez, humildad y decoro. Dejando que cada artista con su oficio expresara todo aquello que desde su sensibilidad han querido dejarnos a los cristianos, y al pueblo de Alhama. Una huella de su persona en cada pieza que forjaban y construían, en cada instalación, y por que no, en cada repello, surco, zanja, regata o brochazo que hacían. Todos con una gran emotividad por saber que todos ellos participaban de la más viva y reciente vida de nuestra historia particular. Recuerdo que emocionado me decía unos de los obreros: "Me gustaría que se bautizara mi hijo en ese día o el siguiente de la inauguración de la iglesia", con no menos emoción le conteste: "pues tu hijo será el primero que se bautice, pues no hay ninguno más para esa fecha, dejaremos constancia de ellos para las futuras generaciones, que sepan quien fue el primer niño que se bautizó después de la rehabilitación y consagración de nuestro templo". Querido pueblo de Alhama apreciemos este tiempo hermosísimo y emocionante que nos ha tocado vivir, somos piedras viva, templos vivos donde reside la fuerza de Dios. Y desde ahí, nos unimos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, de toda clase de credo, raza o nación, para construir entre todos desde el respeto, la tolerancia y el bien común, un pueblo unido, una sociedad más fraterna y un mundo más justo.
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