EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 25 Nicolás Salmerón y Alonso, 1908-2008
 

Nicolás Salmerón y yo

Ana María Romero Yebra
Escritora y mujer comprometida con la cultura. Autora de alrededor de setenta libros para niños y diez poemarios para adultos.

Puede parecer petulante unir mi nombre al de una persona tan ilustre como D. Nicolás Salmerón, pero una serie de coincidencias entre los dos me han hecho pensar que explicarlas podía ser tema para este artículo que pretende servirle de pequeño homenaje en el centenario de su muerte.
Antes de venirme a vivir a Almería, Nicolás Salmerón era para mí uno de tantos nombres de los libros de Historia. Había estudiado, en los años de Bachillerato y después en Magisterio, su papel en el movimiento republicano y como Presidente de la República tras P¡ y Margall, pero poco más conocía de él porque nunca me interesaron demasiado los políticos. Ni siquiera sabía que era almeriense.
El tener un parque con su nombre cerca de mi casa, oír hablar de él tantas veces a mis nuevos amigos de Almería y encontrar sus huellas en Alhama, el pueblo que lo vio nacer, hicieron que su figura despertara en mi un interés que nunca había tenido y siguiendo su trayectoria vital y política descubrí situaciones y circunstancias que me fueron acercando a su personalidad y despertando mi admiración por su valía como ser humano.
Cien años antes que yo, Nicolás Salmerón se movió en Madrid -a donde se trasladó en 1855- por las mismas calles y los mismos rincones que constituyeron mi entorno en la niñez y en la juventud. En Madrid yo vivía cerca de la Puerta del Sol, donde Salmerón celebraba sus tertulias en el café Universal y también de la calle Cañizares, donde tenía reuniones secretas y debates del Círculo Filosófico. Yo miraba, en cambio, con la coquetería de las jovencitas, los escaparates de las tiendas de bolsos mientras paseaba por allí un siglo más tarde.

Estudié en el Colegio de San José, ya desaparecido, al lado del Instituto de San Isidro donde él dio sus primeras clases como profesor auxiliar... Fue desterrado a Lugo por su oposición como catedrático a las disposiciones del gobierno de Cánovas... A mí no me desterraron pero cuando ciento cinco años después que él me casé, tuve que vivir en Galicia durante una década, echando de menos, -como supongo que haría Salmerón- el ajetreo anterior de mi vida madrileña.

Instituto San Isidro de Madrid donde inició su actividad docente D. Nicolás Salmerón

Pero de todas las coincidencias que nos unen, la que más me ha llamado la atención es la de su boda con Catalina García Pérez el 26 de diciembre de 1862 porque tuvo lugar en la parroquia de San Millán y San Cayetano que fue también mi parroquia en Madrid. La iglesia, que está en la calle de Embajadores, a dos pasos de la casa en la que yo vivía con mis padres y mis hermanas, es donde fui bautizada y también, en 1971 tuvo lugar el bautismo de mi hija Mónica que nació en Madrid.
El templo, cuyo interior ardió totalmente en la Guerra Civil, estuvo varios años restaurándose después de la contienda. Lo recuerdo, siendo muy niña aún, con su hermosa fachada ennegrecida por el humo. Ahora sus santos de piedra están grises de la contaminación y por dentro, al quemarse sus bellos retablos, carece totalmente de interés.

Naturalmente, aparte de estas curiosas coincidencias y de nuestras propias convicciones morales y éticas que tanto él como yo intentamos mantener a lo largo de nuestra vida, Salmerón y yo tenemos poco más en común, pero a mí, que nunca me ha interesado la política ni los políticos en general, su personalidad me ha hecho acercarme a las circunstancias históricas de su tiempo y comprender su inclinación forjada desde la infancia con el ejemplo progresista y democrático de su padre y su tío, pioneros del liberalismo almeriense.

Salmerón, que se definió siempre como "radical en ideas pero conservador en los procedimientos" era un demócrata convencido y su implicación en las conspiraciones contra la reina Isabel II le llevaron durante varios meses a la cárcel.

Llegaron los mejores momentos de su vida política en el Sexenio Democrático que le permitió acceder a la Presidencia del Poder Ejecutivo de la Primera República. Desde el año 1868 ocupó cargos en las Junta Revolucionaria, formó parte de las Cortes como diputado por Badajoz tras las elecciones generales del 8 de marzo del 71 y, al proclamarse la República en 1873 fue elegido ministro de Gracia y Justicia, cargo que desempeñó desde febrero hasta junio, pasando después a ocupar la Presidencia del Poder Ejecutivo de la República durante cincuenta días únicamente pues de todos es conocida su di­misión de la Jefatura del Estado por no firmar la pena de muerte de los sublevados de la rebelión cantonal.

Era Presidente del Congreso de los Diputados cuando se pro­dujo el golpe de estado del general Pavía que acabó con la República. El pronunciamiento de Martínez Campos y la restauración de los Borbones en la figura de Alfonso XII iniciaron la persecución y el exilio de D. Nicolás Salmerón que fue deportado y expulsado de su cátedra igual que otros profesores krausistas como Azcarate y Giner de los Ríos. En este periodo de exilio que lo llevó a París desde 1876 a 1885, vive gracias a la apertura de un bufete de abogado y escribe, en colaboración con Fernández de los Ríos las "Cartas Quincenales desde París." En 1881 la política de Sagasta le reintegra su cátedra y da aires nuevos a la Restauración.

Iglesia de San Millán y San Cayetano donde D. Nicolás Salmerón y Dª Catalina García contrajeron matrimonio en 1862.

Salmerón, a su vuelta, se acomoda al Partido Republicano Progresista aunque no estaba de acuerdo con algunos de sus procedimientos.
D. Nicolás Salmerón no fue elegido diputado por su tierra jamás, pese a los cuatro intentos que hizo. En 1892 fue elegido Diputado a Cortes por el distrito de Gracia, en Barcelona y desde ese momento su vida política y parlamentaria estuvo ligada a Cataluña. A partir de 1897 es Jefe de Unión Republicana y buscando la reunificación del movimiento republicano consiguió, en 1903, aglutinar a la mayor parte del republicanismo español bajo su jefatura, en los comienzos del reinado de Alfonso XIII.
Se vinculó al proyecto de Solidaridad Catalana cuyo proceso de democratización intentó extender al resto de las regiones de España. Los enfrentamientos entre Lerroux y él profundizaron en la división del republicanismo y Salmerón renunció a la jefatura de la Unión Republicana en la asamblea de 1907.

Un año después se produjo la muerte en Francia de este español almeriense, hijo de Alhama. Hombre honrado y austero, prolífico escritor de temas históricos y políticos, brillante orador, sabio filósofo, articulista fecundo, catedrático entregado a sus alumnos, defensor de sus principios, amante de la verdad, tribuno del pueblo y ejemplo a seguir.

D. Nicolás Salmerón es el espejo limpio y transparente en el que tantos "politiquillos" de hoy en día deberían mirarse.