EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 11 LITERATURA

 

Donde Habita la Luz:
ALHAMA EN LA LITERATURA

José Tuvilla Rayo

 

En Alhama habita la luz, es sabiduría insondable, rito, cortejo, evidencia cierta de sabernos protegidos con la tranquila ternura, con el consuelo de amor que nos ofrece. Alhama es un deshilvanado desgarro de luz, No es extraño que este oasis de la Sierra de Gádor sea cuna de ilustres hombres y magníficos pintores. Ni que la música sea nuestra afición primera. Porque aquí la luz -agua de nuestra resistencia trágica, desde tiempo inmemorial, a los efluvios angustiados de un paisaje desolado y sediento. Aquí la luz nos congrega y nos aventura. Y nos atrae con su misterio. Ya lo dijo en el siglo XI, Ibn Al-Haddad, poeta de la corte del rey almeriense Al-Mutasim:

"En Alhama la brillante, se realizan los deseos;
es como un jardín de flores olorosas.
Allí gozamos de agua caliente,
Como las lágrimas del enamorado cuando sus amadas se aleja...
¡Es asombroso! Allí se reúnen dos cosas contrarias:
El agua que brota y el fuego que se esconde".

En ese jardín encontró este poeta en sus baños el alivio al desamor causado por Nuwayra, bella y joven cristiana.

Aquí a este hermoso y delicado oasis, lugar en otro tiempo de olivos, higueras y árboles frutales de todas clases, como sabemos por El Idrisi, a esta cálida alberca y milagrosa fuente termal han llegado, embrujados por su paisaje y diáfana luz, poetas e insignes escritores. Otro poeta arabigoandaluz, Ibn Zargala, evocando los baños, escribió: "Sólo voy a los baños porque me recuerdan la juventud y el amor". Y nos revela que la gente selecta disfrutaba del agradable calor de la fuente termal, reclamo de "la amistad y la alegría". Alhama era prodigioso lugar de veraneo y hasta aquí llegaban los enfermos, desde las alquerías más cercanas, a curarse de sus dolencias.

Hace dos siglos Antonio Ledesma Hernández, uno de los escritores más prolíficos de Almería, abogado de fama y miembro de la burguesía conservadora, pasó una temporada en el balneario buscando alivio a su reuma. En su poema Alhama la Seca agradeció a la población su curación. Aunque Ledesma no olvidó la oportunidad para referirse a su adversario político Salmerón al despedirse con este ruego:

"Cuando tu Salmerón con su embolismo
Pise de nuevo tu calcáreo suelo,
¡Oh Alhama!, cúrale de su krausismo,
que es también, en la mente, un artritismo
y en la honda metafísica...! un camelo!"

Luz, agua y paisaje han sido tres excelentes principios que han convertido a Alhama en lugar privilegiado para la inspiración poética. Porque aquí, en palabras del novelista José Asenjo, "toda piel de este paisaje se estremece cuando el sol, detrás de la montaña, gira encendido como la rueda de un castillo de fuegos de artificio". No es extraño que ante tanta festiva y prodigiosa luminaria de colores, de aromas enervantes, de otoñales y tiernos vegetales, pongamos resistencia alguna a abandonarnos a la fascinante y apasionada luz que en Alhama nos envuelve y protege. Porque la luz se entrega aquí en mil formas diversas, como una fiel amante: luz-azahar distante al doloroso remanso del Andarax, luz-lila en los conjurado atardeceres de los Filabres, luz-esperanza en le cerro Milano, constante llamada de nuestro herido y ancestral bosque arrasado por los incendios, luz-música en los vuelos y danzas de alas que sobre nosotros las aves ciernen, luz-amor en definitiva. En Alhama la luz habita y se encarga, brota y apaga nuestra sed dudosa. Y se resiste a la vehemencia del desierto que avanza. No es sorpresa tampoco que Brenan dijera que desde Alhama el paisaje era el más hermoso de Europa. Ni que Salmerón, don Nicolás, pasara las horas embebido desde su piedra con este paisaje que emborracha, deleite y nos hace terriblemente humanos y vulnerables. También lo dijo Sermet: "Desde las alturas de Alhama quedamos confundidos por el contraste entre el verde de los parrales; que se insinúan en el agudo cincelado de las margas, y la blancura estallante del yeso estéril que cubre a trozos la superficie. ¿Quién dice que no hay nada que ver en la Andalucía de las estepas?".

Aquí la luz es nuestra serenidad y humana medida. Y aquí también la luz se hace fruto, "polvillo de oro y abeja", "botón de azúcar y beso", "lágrimas de vino y mar" que cantara Celia Viñas. Esta escritora lúcida de cuya vitalidad cultural se enriqueció Almería en aquellos tristísimos años de posguerra, en una carta escrita a su madre en el verano de 1948, escribió: "A mi me gusta todo esto y el olor de parras de estos días y las puestas de sol moradas y las mujeres subiendo el agua con cántaros bíblicos. Queda alguna rana en la única balsa con agua de todo el pueblo". Celia había venido a Alhama a pasar unos días a casa de la familia de su alumna Mari Lola Ibáñez. En esta carga, fechada curiosamente con Alhama de Salmerón, narra a su familia anécdotas del pueblo: "He dormido en el cortijo del Triguero";..."La última Salmerón es francesa o algo así";..."Aún se habla en el pueblo de un licor de naranja"...Dos años antes, Celia Viñas había publicado su primer libro de poesía Trigo del corazón que gira alrededor de diversos temas, destacando poemas de corte popular con claras influencias lorquianas, entre los que se encuentra la composición dedicada a "Gómez Abad, pintor de nuestras uvas" con el titulo de "Estación (Alhama):

"En la estación chiquita,
Un caballejo,
La serranía, al fondo,
La serranía, madre,
De bandoleros".


Cortijo del Triguero, lugar de estancia de Celia Viñas en sus visitas a Alhama

La visita de Celia Viñas a nuestro pueblo le resultó enormemente grata como recuerda la escritora, un mes más tarde, desde Estallenchs en la carta enviada a Manuel Cano: "Pasé unos días formidables en Alhama. Y me gustó el pueblo y su tragedia de sed". Emoción que le llevará a escribir:

"Alhama donde las rosas se secan
Con esta nostalgia de agua".

Este sentimiento y esa impresión del paisaje le inspiraron el Romance con suspiros fronterizos a Alhama la Seca que se publicará cinco años más tarde en su libro Palabras sin voz. En este poema la autora nos presenta, con revelador desgarro, la tragedia de una tierra seca, estéril y luminosa a través de unos versos de exquisito lirismo.

Otros escritores también han encontrado aquí su inspiración. Así, Florentino Castañeda en ciento setenta y cinco versos exalta las virtudes de nuestro pueblo.

"Alhama en un altozano señor de todo el valle
Dominando lindos pueblos, circundada de parrales..."

Por su parte Pura López Cortés, poetisa y escritora almeriense de indudable y singular calidad literaria, con voz propia y cierto acento encuentra en Alhama -donde residen unos familiares suyos- momentos de intensa creatividad. En su antología Egloga Urbana incluye dos poemas de su libro inédito "Alhama en mi trayecto" Recordando el huerto en el que, desde la infancia, pasó veranos inolvidables escribe:

"Tiestos y matorrales, olor a pinos,
Las gallinas clocaban sin mirarnos;
El cielo tan azul nos cegaba,
Y en el centro de la pila (que era un barco);
Nosotros, los piratas".

En mi libro "Memoria Inmóvil", en un poema dedicado a la pintura de Rosa María Rodríguez, evoqué el incomparable paisaje alhameño:

"Aquí, el desierto con su calcinada textura;
Aquí, el espejismo de un vaso de agua cristalina
Que apague nuestra sed dudosa.
Aquí, el cortijo almeriense,
El brillo de una tarde lila,
La rectitud, el pámpano, el vegetal dorado
La humana dimensión desnuda".

En Alhama de Almería, donde habita y se encarna la luz, el paisaje y el agua serán siempre amorosa y eterna poesía.