EL ECO DE ALHAMA NÚMERO 9 ALHAMEÑOS ILUSTRES

Antonio López Díaz
Guillermo Artés Artés

La persona que ocupa nuestra atención en este número de El Eco de Alhama es el artista alhameño, Antonio López Díaz. Muchos se preguntarán por qué le llamo "artista" en lugar de "pintor" que es la faceta más conocida de su trayectoria. La respuesta está clara, Antonio no sólo pinta cuadros, sino que es un maestro en muchas facetas del arte, escultura, policromía, decoración, etc.

Cuando nos adentramos en el portal del edificio donde vive en la calle Cámaras de Almería, el primer recibimiento que se nos ofrece a la vista es un fresco en la pared, de unos seis metros cuadrados en el que se aprecia un paisaje de Brasil, firmado por él. No hay mejor sensación para afrontar los tres pisos hasta su casa donde nos espera un hombre cordial, amable, que con un sencillo recibimiento nos va contando alguno de los recuerdos de su niñez en Alhama, rodeado de muchos de sus cuadros que cubren las paredes y algunas de sus esculturas.

No puedo pretender relatar toda una vida dedicada al arte en muchos de sus campos, pero intentaré que conozcamos a este alhameño que ha ido dejando huella por muchos países sin renunciar nunca a sus orígenes alhameños y almerienses.

En casa de sus padres en la calle Paraíso, camino de "la balsa media Luna", nace el día 12 de enero de 1928. Hijo de Antonio López Reina, barrilero de profesión y parralero y de Trinidad Díaz García.

Su niñez se desarrolla en nuestro pueblo, junto a sus cuatro hermanas, al igual que los demás niños de la época, entre juegos y acompañar a su padre a la vega, circunstancia que le produjo una caída desde una escalera fracturándose un brazo, algo que le marcaría bastante.

Desde muy niño destaca su inclinación al dibujo por lo cual su hermana le regaló su primera caja de pintura al pastel lo que utilizaba para realizar al pastel sus primeros dibujos, destacando un corazón de María que pintó para un familiar suyo. También solía ilustrar sus cuadernos de la escuela con dibujos alusivos a los textos.

Las circunstancias del momento y la llegada de la guerra civil hacen que su familia se traslade al Almería, y Antonio que aún no contaba con diez años tuvo que dejar el pueblo que le vio nacer para instalarse en la capital.

En Almería comenzó a trabajar en una tienda de comestibles que había en el Barrio del "Quemadero", y en su camino de vuelta a casa diariamente pasaba por la puerta del taller y estudio de Jesús de Perceval, lo que hacía que el joven Antonio se parase largos ratos a observar por una ventana, que siempre permanecía abierta, el trabajo que allí se realizaba.

Un día Jesús de Perceval le pregunta si le gustaba el arte y le propuso trabajar con él. Desde ese momento comenzó a trabajar de aprendiz preparando maderas para los retablos de iglesias con el fin de dorarlos con pan de oro, haciendo policromías, tronos, etc. Hicieron muchos trabajos sobre todo en iglesias ya que todo había quedado muy deteriorado después de la guerra. Retablos como los de la Compañía de María, la Patrona, la Catedral y numerosos pueblos de la provincia de Almería y localidades de provincias cercanas.

Toda esta etapa la compagina con sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Almería, donde realiza nueve cursos consecutivos en las materias de pintura, dibujo y modelado.

En sus ratos libres tallaba madera intentando hacer esculturas y comenzó a tomar nociones sobre la pintura. Su trabajo directo con Perceval hace que sea uno de los más influenciados por él, por que este será su gran maestro

Comienza a tomar contacto en 1945 con la recién creada Tertulia Indaliana, asistiendo a sus primeras reuniones y participando en cuantas manifestaciones plásticas celebra la Tertulia dentro y fuera de Almería.

Su primera exposición la realiza en el Museo de Arte Moderno de Madrid en 1947, siendo seleccionado por la Academia Breve de Crítica de Arte que dirigía el maestro d'Ors para figurar en el VI Salón de los Once, celebrada en el Museo Nacional de Arte Moderno en 1948

En esta época su pintura recoge tonos cálidos, pastosos, exagerando la realidad. Delimita las formas con gran detalle. Muestra bastante las líneas, entrando de una forma importante en el campo del dibujo. Es una pintura muy realista y fundamentalmente costumbrista. Hay que destacar de esta primera época sus famosos arlequines y entre otras "el guitarrista" con la que participa en una exposición en Valencia.

 

En 1953, ya casado, decide marcharse a Brasil, y tras comunicárselo a Perceval, emprende camino a América donde pasará once años de su vida. Recorre ciudades como Brasilia, Río de Janeiro, Paraná, etc. Centrando su actividad por completo en la decoración integral de iglesias, la escultura religiosa y monumentos, cultivando la pintura mural.

A él le entregaban una iglesia terminada su construcción, en ladrillos o bloques. Su trabajo consistía en preparar un proyecto en el que mostraba como quedaría después de terminada y lo presentaba. Una vez aprobado comenzaba su trabajo hasta la finalización aproximadamente un año después. Para esto contaba con un equipo de personas entre los que había albañiles, carpinteros, decoradores, restauradores, pintores, etc., todos bajo la dirección de Antonio López Díaz.

Caben destacar en estos once años trabajos en iglesias como Monte Virgen (Sao Paulo), Niteoi (Estado de Río) Sao Gonzalo (Estado de Río), Pousso Fundo, Silvianápolis, Pousso Minas, Santa Teresina y Uberada, etc.

En 1964 regresa de nuevo a España, influenciado por una enfermedad de uno de sus hijos. El reencuentro con su tierra le hace comenzar a pintar, dedicándose profesionalmente a la decoración con escayola.

En 1964 regresa de nuevo a España, influenciado por una enfermedad de uno de sus hijos. El reencuentro con su tierra le hace comenzar a pintar, dedicándose profesionalmente a la decoración con escayola.

A finales de los ochenta Antonio realiza su segundo viaje a Brasil, donde realizará de nuevo, decoraciones por encargo, pinturas murales y algunas esculturas. Cuando se visita su estudio, se pueden apreciar siete esculturas de los pintores indalianos, con el objetivo de que algún día puedan apreciarse en alguno de los parques que Almería está realizando. Últimamente podemos contemplar en el Parque de Oliveros, un monumento homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente, obra de Antonio López Díaz.

El contacto con Alhama siempre ha continuado, unas épocas con más asiduidad, otras con algo más de distancia. La visita a algunos familiares y amigos que tiene en Alhama forma parte de su actividad. Para Alhama, Antonio donó la imagen de San Nicolás en piedra que podemos ver encima de la puerta principal de nuestra iglesia. En alguna ocasión algún cuadro para exposiciones y fines benéficos.

 

En la actualidad ha vuelto durante unos meses a Brasil a finales de 1999, ya muerta su mujer, lo que le ha servido para realizar de nuevo una toma de contacto con sus amigos y cumplir algunos compromisos pendientes.

Tal vez en estos momentos Antonio comience a vivir una nueva etapa en su pintura: la toma de contacto con el Arte Abstracto. Se le puede ver muy ilusionado preparando la que será su primera exposición de obras en las que deja que la imaginación y los sentimientos se unan para reflejarlos en los lienzos y mostrarnos unas mezclas de colores impresionantes.

A lo largo de su vida han sido muchas las personas que han manifestado públicamente la personalidad de Antonio López Díaz, tanto en periódicos, revistas, catálogos, tertulias, etc.

Me gustaría para terminar expresar algunas de ellas.

"A López Díaz le gusta expresar el carácter de la tierra a través del rostro de la gente que la vive. Una lavandera despliega su sábana al sol como un estandarte de paz. Un hombre solitario en la taberna que nos mira más allá del vino y del pensamiento; tipos labriegos hartos de labranza y campesinas hartas de parir; rostros arrugados de surcos labrantíos donde va hundiendo su pincel como un bisturí que disecciona la piel dorada del alma de España"
F. García Góngora. Catálogo Exposición, Almería 1974
"Es sencillo, íntimo, o más bien introvertido, callado, discreto, trabajador, con amor de oficio, nada ajeno a su curiosidad (dora, talla, esculpe, estofa, policroma...) y siente naturaleza, con poético panteísmo para estar más cerca, más dentro de su arte"
José Andrés Díaz. La Voz de Almería, 1-7-80
"Pintor de la tierra. De la casa. Pintor entrañable mundo de esta esquina andaluza en la que cada recodo, cada loma, cada menguado río, cada planicie, cada loma o cada conjunto urbanístico o humano, tiene la gracia y belleza que ofrece a la vista de cada admirador de la naturaleza en su viva expresión."
Francisco R. Lao. Ideal 29-11-78
"Antonio López Díaz es la sensibilidad personificada, en la exquisita sencillez de su humanidad manifiesta. Y por ese camino hay que buscarle en su obra desposeída de artificios, de falsos oropeles."
Diego Domínguez. La Voz de Almería. 2-12 -76
"Antonio López Díaz se ha definido por la figura y el paisaje, como un viejo incansable, lleno de ideas, sólido de vocación y alforjas repletas para un camino no largo de experiencias."
Bartolomé Martín. La Crónica. 12-6-83
"En sus cuadros, los temas del pintor se quedan en su realidad cotidiana, equilibrados en sus elementos esenciales..." "Nos encontramos pues con un Indaliano de pura cepa, criado bajo la tutela pedagógica de Perceval."
José Redondo Tapia. La Voz de Almería, 2-1-76

Y para terminar nada mejor que hacerlo con las palabras del que fuera su maestro, Jesús de Perceval, escritas en La Voz de Almería, 2-1-76

"Y es que Alhama de Almería pudo darle a España catedráticos de Metafísica de la Universidad Central, Un Jefe de Gobierno como Salmerón, o pintores como Moncada Calvache o López Díaz. Unos que abandonan la jefatura del Estado por no firman la pena de muerte de un ser, y otros que abandonan América porque quieren firmar sus obras en la tierra que les vio nacer. Alhama ha ganado un hijo y América ha perdido un artista."


"Movimiento Indaliano. XL Aniversario 1945-1985" José Luis Ruz. 1985

"Historia y Estética del Movimiento Indaliano" Mª Dolores Durán Díaz. 1981

Mi agradecimiento a todas aquellas personas que han colaborado en la realización de este artículo, entre ellos muy especialmente a Antonio López Díaz, por el agradable trato obtenido al entrevistarme con él